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Necesidad, problema y solución.

En el año 2020 (COVID19), descubrimos de la necesidad de naturaleza que tiene la sociedad, sobre todo después de haber sido confinada. Rincones, senderos, ríos y pozas han sido «colonizados» para la población necesitada de respiro. Esta «colonización» se ha limitado a ciertos espacios, porque son conocidos, por que se han recuperado o porque se encuentra infraestructura anexa, (por ejemplo aparcamientos). En algunos casos, esta «colonización» ha salido en la televisión y en la prensa por el daño que se le ha hecho a la naturaleza. Significa esto que debemos cerrar la naturaleza a la gente? Rotundamente NO. La naturaleza necesita que se recuperen más espacios, para que, así, se diversifiquen los destinos. También hemos de educar a la gente en el respeto a la naturaleza, y eso no se consigue con prohibiciones, si no con apertura. Todos los pueblos deberían tener y recuperar aquellos senderos que antiguamente servían de conexión entre caseríos, que nos llevaban a lugares «especiales», ermitas escondidas, fuentes ...

De los 23 municipios que hay en el Alt Camp, 10 no llegan a 500 habitantes. Una parte de los ingresos de estos pueblos provienen de la Generalitat, según su población y tenemos 18 que no llegan a los 1000 habitantes.

Esto es aún peor en la comarca vecina de la Conca de Barberà: de los 22 pueblos que hay, 12 no llegan a los 200.

En otras comarcas del Camp de Tarragona la situación no es muy diferente. Los presupuestos son lo que son, independientemente de que puedan recibir ayudas de los diferentes Consejos Comarcales o de la Diputación. En proporción y por habitante este municipios reciben más cantidad de dinero, pero deben ofrecer los mismos servicios que otros más grandes.

Nuestras montañas son un gran bien natural, pero las tenemos descuidadas. El abandono de los cultivos en zonas difíciles han hecho que se hayan visto invadidas por los bosques. Esto no debería ser un problema, pero la falta de cuidado y el cambio climático no son de ayuda.

A nivel del Camp de Tarragona hay diferentes tipos de brigadas forestales y subvenciones, que en su mayoría se dedican a la prevención de incendios forestales y una pequeña parte a la gestión. Últimamente a esta parte de la gestión se han unido algunas empresas que se dedican a la producción de biomasa forestal, dada la implantación (gracias a la Diputación) de algunas calderas de biomasa, en pruebas piloto en diferentes poblaciones. Pero las montañas son las que son y están como están.

Ya hemos visto que los presupuestos de los pueblos pequeños, son los que son y que existe un problema de cuidado de los montes de nuestros pueblos pequeños. Este año, el dinero que puedan llegar desde las diferentes administraciones se verán limitados por las prioridades que pueda imponer el Covidien.

Ahora es la oportunidad de las grandes empresas del territorio para desarrollar sus planes de responsabilidad social, apostando por la conservación y mejora de nuestros montes y ofreciendo a la sociedad unos espacios para el disfrute colectivo.

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